Una de nuestras costumbres más usadas…la siesta se ha convertido en nuestro pequeño momento del día en el que, dejamos las malas historias aparcadas, para descansar unos minutos. Parece ser uno de los ejercicios más completos, ya que cuenta con numerosos beneficios.
Un estudio dice que echarse la siesta tras la comida, favorece la digestión y nos aparta del temido estrés. Pero eso sí, no estamos hablando de esas siestas eternas de dos horas, sino una en cuestión que dure un poco menos de media hora.
Puede aumentar la capacidad de concentración y hacer que seamos más efectivos en nuestro trabajo. Además, hay una parte de la población, como los niños y la gente más mayor, que casi diríamos que es necesaria esta práctica diaria.
Nuestro corazón nos lo va a agradecer y nos sentiremos con más fuerza. Si es que, hay que mantener vivas las costumbres tan sanas que tenemos en este país.